Me dirigí al hombre del
sofá.
- ¡Es que ni en mis
peores pesadillas eres capaz de verme? ¡Por Dios! ¡Alguna puñetera
vez estuviste a mi lado? - No recibí respuesta. - ¡Si tú supieras
todo lo que sé ahora jamás hubieras permitido que ésto pasara!
¡Jamás!
- Pero no lo sé y
tampoco quiero saberlo. - Susurró, sin elevar la vista del
periódico, pasando página, igual que una vez hizo conmigo.
En aquel preciso
instante, las figuras que segundos atrás intentaron contenerme,
lograron tomarme en brazos y dirigirme hacia el mismo balcón por el
que yo misma había lanzado a una criatura “inocente” y me dieron
el mismo castigo que yo le había dado a ella. La muerte.
Pues menos mal que no tienes el balcon de mi casa de 20m²
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