Des
de bien pequeña imaginé que había un mundo al otro lado de mi
armario, que mis muñecos sentían como cualquier otro ser vivo e
incluso, me llegué a considerar una bruja de esas que llevan escoba
y un gorro acabado en punta. Aquello, no solo me hizo vivir en un
mundo paralelo sino crecer de un modo completamente distinto a los
demás niños. Mientras ellos soñaban con convertirse en adultos y
salir por las noches, yo me pasaba la mayor parte del tiempo
encerrada en mi cuarto y bailando con las sombras, escuchando los
problemas amorosos de una muñeca de porcelana llamada Annia y soñando
con que un día Peter Pan abriría mi ventana y me llevaría con él
al país de Nunca Jamás.
Durante
gran parte de mi vida he estado avergonzándome de aquello pues, por
culpa de mi descomunal imaginación, jamás fui vista con buenos ojos
por nadie. Unos me llamaban loca y otros simplemente evitaban hablar
conmigo por ser “la niña mentirosa” pero ¿sabes qué? Hoy me
gustaría transcribir aquellos momentos vividos y que tan
maravillosos resultaron para mí pues, al fin y al cabo, aquello me
hizo crecer como persona y convertirme en la mujer que soy hoy en día
y de la que me siento profundamente orgullosa.
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